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Automóvil

Rolls Royce Wraiht Eagle VIII y su cielo estrellado de 1919

El Concorso d’Eleganza Villa d’Este celebrado este fin de semana a orillas del lago Como en Italia, ha sido el escenario elegido por Rolls Royce Motor Car para presentar la última de sus joyas, el Rolls-Royce Wraiht Eagle VIII que conmemora el centenario del primer vuelo transatlántico sin escalas.

Para comprender la importancia de semejante gesta hay que remontarse a junio de 1919, fecha en la que los británicos John William Alcock y Arthur Whitten Brown cruzaron por primera vez el océano que separa los continentes europeo y americano a bordo del bombardero Vickers Vimy de la Primera Guerra Mundial, tras haber sido modificado para tal fin.

El biplano equipado con dos motores Rolls Royce Eagle VIII de 20,3 litros y 355 CV, partió el 14 de junio desde San Juan de Terranova en Canadá, para aterrizar posteriormente en Irlanda tras recorrer 3.630 kilómetros en un viaje sin escalas de 16 horas y 12 minutos.

Es ahora aquel legendario motor quién da nombre a este modelo tan especial de la marca británica de autos de lujo. Transcurridos 100 años de aquella hazaña, Rolls Royce quiere celebrarla con este auto dirigido a sus clientes más aventureros, a la vez que rinde homenaje a quienes hicieron historia con su arrojo.

Exterior del Wraiht Eagle VIII

Esta colección de tan solo 50 automóviles Wraiht Eagle VIII, de los que aún se desconoce el precio, se convertirá casi de inmediato en objeto de deseo para los grandes coleccionistas. Su exterior envuelto en color gris metalizado con dos tonos superiores de Selby divididos por una línea de latón, evoca la increíble aventura nocturna de Alcock y Brown mientras volaban en medio de la densa niebla durante la noche (a veces cabeza abajo) y sin ayuda tras perder congelados los instrumentos de radio y navegación.

El negro de la parrilla frontal hace referencia al carenado en el motor Rolls Royce del Vickers Vimy, mientras que las llantas aparecen parcialmente pulidas con un acabado de sombra translúcido.

Su espectacular interior

El interior del vehículo es quien recoge los detalles más singulares de este modelo Wraiht Eagle VIII. El gris y el cuero negro son de entrada los colores predominantes en el habitáculo, siempre combinados con el uso del latón, que tan decisivo fue para el éxito de la misión en 1919. Este aparece distribuido en varios paneles de la cabina, tal y como lo hace en las cubiertas de los altavoces que representan la distancia estimada de vuelo o en las letras RR bordadas en los reposacabezas de los asientos.

De igual modo el latón está presente en el lado del conductor en una placa con la famosa frase que Winston Churchill dedicó posteriormente a los aviadores: “No sé qué deberíamos admirar más: si su audacia, su determinación, su habilidad, su ciencia, su avión, sus motores Rolls-Royce, o su buena suerte”.

El salpicadero se muestra con incrustaciones de oro, plata y cobre en eucalipto ahumado, representando la vista que desde el avión habrían tenido de la tierra al acercarse a su destino. Por su parte y como ya es habitual en la marca, el reloj siempre cuenta una historia especial del automóvil y en esta ocasión con más motivo.

Si bien los tripulantes de la aeronave relataron que al congelarse los instrumentos la única iluminación presente en la cabina era el destello verde del panel de control y la llama que se reflejaba de su motor de estribor, con el reloj han tratado de recrear esto al mostrarse con un efecto de fondo helado que brilla en un verde tenue. A su vez la manecilla roja de las horas flota sobre unas líneas propias de una brújula y bajo la esfera aparecen las coordenadas del punto de aterrizaje.

Para completar la decoración y como uno de los detalles más atractivos, en el techo aparece un impresionante cielo estrellado que se forma a través de 1.183 luces LED con la misma disposición que tenía aquella noche de 1919. En medio de este y bordado en latón, aparecen las constelaciones y la línea con la trayectoria de vuelo del Wraiht Eagle VIII.

Asimismo, se muestra indicado con una luz roja el punto exacto en que el avión se elevó por fin sobre las nubes para continuar el viaje guiados por las estrellas. También destaca en el techo una placa que indica el punto intermedio del histórico viaje con la lectura: “La disposición del cielo a mitad de camino 00.17, 15 de junio de 1919, 50″ 07’ Latitud Norte – 31″ Longitud Oeste”.

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