Adios a Pitanguy, el doctor de la belleza
Ivo Pitanguy siempre será mítico no solo por ser el primer médico que practicó la cirugía estética dando lugar a una nueva especialización médica; su concepto de la autoestima de las personas, el practicar la medicina para todo tipo de pacientes, pero sobre todo, sus “retoques” que llegaron a hacerse imprescindibles para los grandes artistas de Hollywood, tanto ellos como ellas, en el momento en que la industria cinematográfica vivía la más dorada de sus edades lo han convertido en toda una leyenda. Este viernes hizo su última aparición pública portando la antorcha olímpica durante un trecho a su llegada a Río de Janeiro, iba en silla de ruedas, tenía 93 años y jamás pasó por un quirófano para hacerse una operación de estética.
Cuando se le preguntaba por qué el nunca se había retocado, Pitanguy contestaba que es mejor un buen ego que una buena operación; culto, sofisticado, refinado, luchó contra la banalización de la cirugía estética pero también para que fuera considerada como cualquier otra rama de la cirugía y afirmaba que si la apariencia de una persona es causa de un gran impacto en su vida y un cirujano tiene en su mano la forma de corregir las deficiencias, esa persona es una candidata para una operación de estética.
Pitanguy, brasileño, nacido en Belo Horizonte, médico por la Universidad de Río de Janeiro e investigador en muchas otras capitales tanto de Estados Unidos como de Europa, se dedicó al campo de la cirugía reconstructiva para quemados y su gran filón fue aplicar estas mismas técnicas enfocadas al embellecimiento, convirtiéndose así en uno de los padres fundadores de la cirugía estética moderna en la década de los 50.
Se hizo famosísimo rápidamente por sus conexiones con Hollywood; gran amigo de Frank Sinatra que le visitó numerosas veces en su casa de Río, pronto se corrió la voz entre las estrellas cinematográficas de lo que el Doctor Pitanguy era capaz de hacer con un bisturí, por lo que, a pesar de los precios astronómicos de sus retoques, fueron muchos los famosos que han pasado por sus manos; que se sepa: el propio Frank Sinatra y su esposa, considerada “el animal más bello del mundo” Ava Gardner y otras bellezas legendarias, como Sofía Loren o Gina Lollobrigida; Jacqueline Kennedy y algún que otro presidente estadounidense, pero también figuras políticas europeas más modernas, como Nicolas Sarkozy; supermodelos que nadie diría que necesitan retocarse, como Naomi Campbell, divas que nunca han dado a conocer su secreto como Madonna y como decíamos, reutilantes de Hollywood tanto femeninas como masculinos, por poner un ejemplo el jovencísimo Jared Leto o el mismo Tom Cruise.
Pero hay muchas cosas que han convertido a Ivo Pitanguy no solo en un gran y relevante médico sino en un médico ejemplar, como el hecho de ser sumamente consecuente con su ideología y a pesar de los precios que cobraba a ricos y famosos, durante más de 50 años practicó su especialidad médica gratuitamente en su clínica de Río para todo el que la necesitara, especialmente para personas afectadas por catástrofes, incendios y desastres naturales.
Me gustaría citar un extracto de una entrevista al Doctor Pitanguy que publicó la revista Muy Interesante en julio de 1997 en la que el mismo explicaba la importancia de su trabajo. Cuando se le preguntó sobre su secreto para despertar tanta admiración tanto en pacientes como en alumnos, el Dr Pitanguy respondió lo siguiente: “…siempre tengo un trato individual con mis pacientes, sean famosos o ricos o todo lo contrario. Atiendo dos servicios de cirugía plástica: uno en la cátedra Carlos Chagas, en la escuela de posgraduados de la Pontificia Universidad Católica, en Río; y la otra cátedra está en el Hospital de la Santa Casa de la Misericordia, en Río de Janeiro. Ahí atendemos a personas sin recursos de forma gratuita, porque la cirugía plástica no es el capricho de los ricos, sino el problema de mucha gente que necesita beneficiarse de las posibilidades de la medicina actual: accidentados, quemados, mutilados, personas con defectos congénitos. Por eso, los hospitales tienen departamentos reparadores en todos los países y, en cambio, la estética no puede ser un derecho de todos, porque hay temas de salud más importantes que no están aún resueltos”.
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Como decíamos, el viernes 5 transportó la antorcha olímpica y su corazón escogió el día siguiente para dejar de funcionar. Se ha ido un gran médico, pero sobre todo, un graqn hombre.
Marga G.-Chas Ocaña