Juan Carlos I, entre la gloria y la abdicación

antonio 3 junio, 2014

“Juan Carlos I, entre la gloria y la abdicación”, es el título que puede resumir el estado emocional de la máxima Autoridad de España en estos dos últimos años, cuyo desenlace es comparable a la Renuncia Papal de Ratzinger (Benedicto XVI) por importante e inesperadas ambas. ¿Repercusión en el mercado de valores? Es posible, pero seguro que no deja a nadie indiferente, sea un seguidor acérrimo a esta Real Figura o contrario. El tiempo, siempre relativo, transcurre inexorable y poco a poco se va formando Historia. El 2 de junio de 2014 es otra fecha más que añadir a los anales de la Historia de España y, porqué no, también sería justo añadir que a la Historia del Mundo.

Nadie puede cuestionar la importancia histórica de la Monarquía Española en el mundo y no sólo por el papel que ha desempeñado desde tiempos de los Reyes Católicos en la configuración del mapa político global, sino además por la influencia de su Corte en la moda del vestir, comer y comportamiento de todas las relaciones internacionales. La “Embajada”, en su significado actual, sería desarrollada por primera vez entre los Estados peninsulares y la costumbre se expandiría más tarde por todo el mundo. Casi todo el “protocolo oficial” está basado en las Cortes británica y francesa que, a su vez, lo imitaron de la Corte de Felipe II. Entender la figura de un Rey es como querer alcanzar la Luna. Vivir en ese ambiente y desenvolverse como es debido, sólo se consigue de cuna. La mayoría piensa que “se cambiaría” por Él, pero pocos saben de la complejidad que conlleva soportar el peso de tanta Historia, la popularidad, responsabilidad y las tragedias de millones de ciudadanos. Las alegrías, que también han sido numerosas, siempre son llevaderas por todos, eso es obvio.

Tras más de medio siglo de oscuridad, entre convulsiones libertarias, golpes de estado, retirada de Alfonso XIII, República, Guerra Civil y Gobierno militar de 39 años, apareció la figura de Don Juan Carlos I, eje fundamental de la transición pacífica a un estado democrático en España, algo que no había ocurrido nunca, repito, pacíficamente. Creo que aquí los “peros” sobran. Es un hecho incuestionable que su figura es determinante y se haya gestionado bien o mal el gobierno de la nación, ya no ha sido obra suya, pues su figura constitucional siempre se ha mantenido al margen de las cuestiones fundamentales de Gobierno, como puede ser la economía.

Fuera de este hecho objetivo y al que nadie tiene derecho a contradecir, quedan miles de opiniones que siempre perseguirán a la persona más “popular” de España: el rostro perenne de nuestra moneda. ¿Por qué no reinó su padre Don Juan de Borbón? ¿Qué ocurrió en su despacho durante los sucesos del 23-F? ¿Qué papel ha jugado realmente en todos sus viajes y entrevistas con Jefes de Estado? ¿Por qué abdica ahora? ¿Se desvincula definitivamente de su papel político, siempre conciliador y tan bien desarrollado en estos últimos cuarenta años? ¿Sabe que ahora más que nunca se cuestionará el papel que representa la monarquía en un estado democrático?

Otro hecho que ha marcado un antes y un después en el reinado de Don Juan Carlos I sucedió en abril del 2012, cuando pidió perdón públicamente por su “mal” comportamiento. No comentó nada sobre el mismo, pero se refería a la cacería de elefantes en África. Luego apareció el rumor de una “amante” y que la caída que le ocasionó la rotura de cadera, se la efectuó por estar en estado de embriaguez. Son demasiados rumores y, salvo lo de la cacería, pueden ser simplemente eso, rumores. Para colmo, sus yernos no han colaborado demasiado por mantener “limpia” la casa, siendo el caso de Urdangarín de lo más sonado en los últimos tiempos. Don Juan Carlos apareció en televisión con aire renovado en su último mensaje de Navidad dedicado a los españoles, como todos los años, pero hay algo o alguien, o Él mismo, que lo ha convencido a abandonar de pronto. El día 2 de junio, de buena mañana, ha comunicado que cede su puesto a alguien muy preparado, a su hijo varón, al futuro Felipe VI, que será coronado el próximo 18 de junio del 2014.