El pitorreo nacional de Francisco Nicolás
Muchos de vosotros recordaréis “Atrápame si puedes” (“Catch me if you can”, 2002, dirigida por Steven Spielberg) En la que Leonardo di Caprio daba vida a un personaje real, Frank Abagnale Jr., que con solo 19 años fue uno de los estafadores más buscados de Estados Unidos, perseguido durante toda la peli por Tom Hanks como el incansable inspector Carl Hanratti, en un film lleno de estrellas de Hollywood, como Christopher Walken, James Brolin o Martin Sheen. Pues bien, en la peli, Leonardo di Caprio se hacía pasar por distintos profesionales – un piloto de aerolínea, un médico, un abogado, etc..- para cobrar cheques y privilegios de las empresas que lo contrataban y vivir a cuerpo de rey. Pues esto no es nada comparado con la historia de Francisco Nicolás Gómez Iglesias, un joven que acaba de ser detenido acusado de falsedad, estafa y usurpación de identidad y cuyo caso, además de asombrar a toda España y recordarnos a todos lo habitual que es el tráfico de influencias, se está convirtiendo en un auténtico pitorreo nacional.
Seguro que ya habréis leído sobre las andanzas de Francisco Nicolás, así que simplemente las resumiré comentando que es un joven que desde los quince años se acercó a FAES, la fundación del Partido Popular, presentado por su madre como un chico ejemplar con ganas de echar una mano y, desde entonces, Francisco Nnicolás se ha dedicado primero a acercarse a personajes de renombre político o empresarial, fotografiándose con ellos en actos públicos o en simples encuentros casuales y segundo, a utilizar estos contactos como tarjeta de presentación ante “pardillos” a los que prometía una muy rentable participación en operaciones de inversión e inmobiliarias. Para conseguirlo, Francisco Nicolás no ha tenido ningún escrúpulo y sí mucha imaginación al presentarse como dirigente de las juventudes del PP de Aravaca o directamente del partido, hasta ahí aún bueno, pero llegó a identificarse como un alto cargo de los gabinetes de varios ministerios, entre ellos la Vicepresidencia del Gobierno; de las direcciones generales de los cuerpos de seguridad del estado, tanto Policía Nacional como Guardia Civil y de la Casa Real, como un dirigente de la Oficina Económica de la Moncloa.
Lo que está en la mente de todos es ¿Cómo es posible que lo consiguiera, que un joven como Francisco Nicolás consiguiera sentarse como ponente junto a José María Aznar, que lo dejaran participar en una reunión de empresarios del Ibex-35 y sobre todo –y que fue lo que ha hecho que lo investigaran y detuvieran- cómo consiguió colarse en la coronación de Felipe VI y fotografiarse con él? A quienes estafó dinero para inversiones no me dan pena ninguna, estaban dispuestísimos a aprovecharse de información privilegiada y de las supuestas influencias de Francisco Nicolás, así que, tomando como ejemplo el refranero popular “el que roba a un ladrón….” Más pena me dan los pobres que se han quedado sin sus ahorros por culpa de Bankia (he leído que por fin ha sido admitida la demanda colectiva por el Juzgado de Primera Instancia número 9 de Madrid, en nombre de 660 afectados, los responsables de eso no están en la cárcel, pero el joven Fracisco Nicolás sí, bueno no exactamente, porque ya está en libertad condicional).
Lo que más me interesa del caso de Francisco Nicolás es que parece que realmente ha sido su descaro lo que le ha permitido medrar y codearse con los grandes dirigentes del PP: José María Aznar, Ana Botella, Esperanza Aguirre, Jaime García Legaz, Soraya Sáenz de Santa María y el mismo Mariano Rajoy ¿Será –y vuelvo al refranero- que “Dios los hace y ellos se juntan”? y sobre todo, ¿Cómo pudo engañar al que fue su gran mentor, Arturo Fernandez, presidente de CEIM-Confederación Empresarial de Madrid? Aunque si tenemos en cuenta que Fernández acaba de anunciar que no se volverá a presentar a la presidencia porque su nombre está en la lista de consejeros de Caja Madrid relacionados con los de las tarjetas “black”, bueno, quizás se viera a sí mismo reflejado en Francisco Nicolás, ese joven ejemplar y tan prometedor…
Lo bueno que tenemos en este país es que somos capaces de reinos de todo, hasta de nosotros mismos y, al igual que la “picaresca española” no tiene límites y sigue tan vigente ahora como en las novelas del género del Siglo de Oro, nuestra capacidad para las chanzas y los chascarrillos sigue estando en forma exactamente igual, con la salvedad de que ahora tenemos las redes sociales, que son un filón para transmitir rápidamente cualquier tipo de bulo, ya sea para lo bueno como para lo malo, aunque los series de Francisco Nicolás que circulan por Twitter y Facebook no tienen desperdicio.
Marga G.-Chas Ocaña
