Marsa Alam, turismo de lujo y aventura
El Mar Rojo se ha convertido en los últimos tiempos en el destino favorito de los submarinistas del mundo entero por encontrar en sus aguas color turquesa, la temperatura ideal durante todo el año, además de una buena visibilidad y una riqueza de fauna y flora subacuática que difícilmente podemos encontrar en otras partes del Planeta. En la franja de costa egipcia, en el sureste, está Marsa Alam, turismo de lujo y aventura que demuestra este interés por un estilo de vida de sol y playa pero con las mejores instalaciones, tanto para el alojamiento, para practicar los deportes náuticos, como para desplazarse por las numerosas Rutas Arqueológicas del interior del país.
Marsa Alam dispone de su propio Aeropuerto Internacional, inaugurado en el año 2001. La zona resort Medinat Coraya se encuentra a tan sólo 5 km de éste y a unos 65 km de Marsa Alam. Desde Medinat Coraya y Coraya Bay hasta Gebel Elba, se extiende una reserva natural protegida. Por el mar, en el Puerto de Ghalib se reúnen todos los años los mejores yates de lujo, en unas modernas instalaciones adecuadas para decenas de embarcaciones de este tipo.
La diferencia entre Marsa Alam y otros destinos famosos de la costa del Mar Rojo, como Hurghada o Sharm el Sheik, es el clima. La zona está constantemente influenciada por los vientos desérticos que condicionan la temperatura, mostrándose un ambiente más cálido en la misma época en que resulta más fría para el resto de destinos. Ahora mismo (enero-febrero), por ejemplo, se goza de una temperatura máxima de 22º a 25º, siendo de 33º a 40º en agosto, incluyendo las noches. Por eso no es de extrañar que las grandes empresas de hostelería de lujo y las mejores cadenas de hoteles de Europa, se hayan fijado en este fantástico destino vacacional.
Si nuestra idea es la de disfrutar de las comodidades de las fantásticas suites en alguno de los hoteles de lujo o resorts, sin desplazamientos largos, podemos alojarnos en la misma Marsa Alam, que tiene cerca la playa de Abu Dabab, un lugar paradisíaco para relajarse. Excursiones cortas son las dirigidas a la mina de esmeraldas o a Khanais para visitar el Templo de Seti I, pues visitar Egipto sin contemplar sus ancestrales restos arqueológicos, es como ir a Valencia sin probar la paella. Si nuestro interés por la cultura antigua es mayor, una carretera nos conduce directamente a Luxor desde la ciudad, pero son unos 240 km, eso si, de buena carretera.
En la ciudad se han construido en los últimos tiempos varias zonas de ocio y encontramos numerosos restaurantes que ofrecen una variada cocina internacional. Si queremos aprovechar para una cita de negocios o de empresa, disponen de modernas instalaciones para conferencias, oficinas y elegantes salas de reuniones. Para las noches se contratan numerosos espectáculos de música y danza, preferentemente tradicionales del país, aunque no es de extrañar encontrarnos con alguna actuación de algún grupo europeo.
En cuanto al deporte de aventura, tenemos los rallys por tierra en dirección al extenso desierto, con todo-terrenos, motos o a camello si se prefiere, que emulan las gestas del Paris-Dakar, o las excursiones por las numerosos espacios naturales protegidos. Pero sin duda, el verdadero motivo de su éxito estriba en sus aguas de color esmeralda, cuyos arrecifes coralinos reúnen a los mejores submarinistas del mundo, sea en sus jornadas de entrenamiento, como disputando pruebas oficiales. Es realmente una gozada disfrutar de aguas tan cálidas y cristalinas en cualquier época del año. Esquí acuático, parapente, motos acuáticas, son otras modalidades que se pueden practicar en la playa. Para terminar, os recomiendo que os informéis debidamente sobre el “momento político” de Egipto antes de viajar pues, aunque se está normalizando la situación, bien vale consultar todos los detalles. Una cosa es el turismo de aventura y otra muy distinta el turismo en “zona de guerra”.
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Toni Ferrando.