Los beneficios de la sauna
Creo que todos conocemos los beneficios de la sauna para la salud, pero no todos sabemos algunos detalles sobre cómo actúa ni que existen varios tipos de sauna. Por eso vale la pena repasar un poco para estar informados y no mezclar conceptos, ya que cada técnica nos reportará distintas soluciones corporales. No es lo mismo una sesión a 80º, darnos una ducha fría y a casa, que un tratamiento al vapor, masaje muscular, pasar por diversas piscinas a temperaturas frías radicales, etc.
El nombre de sauna se atribuye a los finlandeses, que son los introductores en Occidente de esta sana costumbre, pero debemos saber que varios siglos a. de C. los romanos ya tenían sus “cuartos de vapor” en sus impresionantes termas. Serían los árabes los que continuaron esta costumbre romana hasta que los turcos instalaran sus famosos baños, que no es más que una especialización de otra costumbre parecida y ancestral. Así que la sauna finlandesa (que puede ser igual o más antigua que la romana, pues en sus tierras también existen termas naturales) y los baños turcos, son dos maneras relativamente modernas de concebir estas exposiciones corporales a temperaturas altas. Son los dos tipos más usuales de sauna y a partir de éstas, existen variaciones específicas para cantidad de tratamientos.
La sauna es un ejercicio relajante. Es imposible que se realice con éxito si te entran las prisas, así que entre sus beneficios, el más importante es el de la relajación y consiguiente tratamiento contra el estrés. Las principales vías de eliminación de las toxinas de nuestro cuerpo son por la orina y los poros de la piel. El calor y el vapor caliente obligan a una sudoración rápida y, a la vez que se desintoxica, provocamos en reposo una mayor actividad de la corriente sanguínea. El vapor de agua limpia también las vías respiratorias y en definitiva, fortalecemos el corazón. Está demostrado que un uso periódico y moderado de la sauna proporciona un sueño de lo más confortable, así que tomen nota los que sufren de insomnio.
Una vez sometido el cuerpo a altas temperaturas, y dependiendo del límite que hayamos programado en el termostato, al salir volverá a recuperar bruscamente su temperatura normal y repercutirá de nuevo beneficiosamente, porque de los 40º a los 37º en unos pocos minutos, la sangre se equilibrará en los niveles de oxígeno, la dilatación y contracción de los vasos sanguíneos proporcionará elasticidad y la estimulación psíquica repercutirá de forma muy positiva: “mens sana in corpore sano”.
Las sesiones de sauna finlandesa, cuya palabra está incluida en su vocabulario desde hace milenios, suele efectuarse en un recinto cerrado, tradicionalmente de madera, y con una fuente de calor que al arrojarle agua produzca el consabido vapor de agua. La fuente de calor (estufa) suele cubrirse con piedras calientes, aunque hoy en día existen variados sistemas manuales y electrónicos para producirlo. Se instalan estas cabinas de sauna cerca de piscinas o baños de agua templada/fría, pero si no es posible, al menos se debe instalar una ducha para que el tratamiento sea completo.
El baño turco o hammam, ya se instalaba en la España Musulmana del siglo XIII (cuando los turcos todavía no era más que un pueblo nómada al este de Persia) y han quedado numerosos restos a lo largo de su geografía. Es la variante húmeda de la sauna y es similar al baño romano. Se va entrando a distintas salas cuya temperatura va aumentando en su flujo de aire caliente, así se entra en el primero, que está templado, para pasar al siguiente más caliente, hasta que por fin se sumerge en las piscinas de agua fría. Una vez sometido el cuerpo a este tratamiento, se suele acompañar con limpieza de piel, masaje y la relajación en el cuarto de enfriamiento.
Tanto uno como el otro, y sus variaciones específicas, han desaparecido en su estado original de casi todas las ciudades de Europa, Norte de África y Oriente Medio. Ahora se están convirtiendo en “zonas de spa”, que reúne todas las variantes tonificantes de ambos estilos de vida, pues tanto uno como el otro, son tan venerados en sus culturas de origen, que casi se tratan como religiones paralelas a las oficiales. Sólo en Helsinki había más de 150 baños públicos, hace tan sólo 30 años, cuando hoy en día, apenas quedan 2 abiertos, pues los tiempos cambian. Pero no hay que preocupar a los tradicionalistas, porque muchos hoteles de lujo y grandes establecimientos comerciales y deportivos todavía ofrecen la posibilidad de una buena sauna o baño turco. Y si no, nos podemos construir una en casa.
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Toni Ferrando.