Oro para comer y para beber

La propiedad única que posee el oro, como metal fácil de fundir, convertir en láminas, pulverizar y alear con otros materiales, principalmente otros metales, ha permitido multitud de aplicaciones a lo largo de los tiempos. Utilizar el oro para comer y para beber es una práctica muy antigua y sorprende que todavía existan muchas terapias cuyo ingrediente principal es el rico metal áureo.

Desde tiempos remotos que los médicos tratan ciertas enfermedades con oro. Un ejemplo lo tenemos en unos documentos guardados, pertenecientes al rey Luis XI de Francia (1423-1483), donde consta una cura a base de oro pulverizado en la bebida (96 doblones de oro en total), para curar su mal de san Vito. El documento no nos aclara si el tratamiento surtió el efecto deseado, pero desde luego el precio era una pequeña fortuna en la época y los galenos que fracasaban en aquella época, solían acabar muy mal parados. Así que supongo que el brebaje donde se disolvía el polvo de oro debía de ser importante como principio activo y eficaz por la cuenta que le daba al galeno.

Actualmente se utilizan diversos tratamientos de belleza para el cuidado del cutis y de la piel en general con oro pulverizado. El más llamativo es una combinación de oro y caviar, el primero como exfoliante y el segundo como vitamínico, resultando una piel de lo más reluciente y tersa. Pero interesa saber si todavía existe algún producto elaborado que contenga Au y se ingiera.

Posiblemente lo que los hebreos llamaron ma-ná era un tipo de pan que se horneaba previo expolvoreado de oro puro. De origen egipcio, este “pan de la vida” proporcionaba una salud de hierro al que lo comía. A la pregunta de si es comestible, en efecto lo es, siempre que no se ingiera en cantidades “innecesarias” ni poco recomendables para el organismo, como cualquier otro metal que comemos de forma natural,  el hierro por ejemplo. La diferencia estriba en que el hierro nos es necesario y el oro no.

En épocas más recientes, bien entrado ya el siglo XX, se utilizaba el oro en farmacología. Las sales de oro (cloruro de oro) se administraba a pacientes para el tratamiento con artritis reumatoide hasta la década de los 50. En la actualidad muchos médicos siguen apostando por este remedio. Hay numerosos testimonios de mejorías en un sin fin de dolencias, pero nunca los científicos han reconocido que el componente áurico hubiese sido el ingrediente fundamental y artífice de dicha mejoría. Casi 5000 años usándolo para todo y todavía los científicos no se atreven a dictaminar a favor o en contra. Una cosa está clara: no es perjudicial para la salud.

La Unión Europea se ha decantado al respecto y considera al oro, plata, aluminio y titanio como aditivos alimenticios autorizados. Así que no debemos alarmarnos de ver plata expolvoreada en el cava, oro brillante sobre los bombones o aluminio adornando nuestra tarta de chocolate, por que en cantidades pequeñas son inofensivas para nuestro organismo. John Fackler es un químico estadounidense que afirma que ni el agua, ni el calor, ni el aire afectan al oro, hecho que lo convierte en un magnífico aditivo para la cocina. Hace ya algún tiempo que nuestros cocineros más internacionales, como Ferrán Adriá, Dani García, Quique Dacosta o Elena Arzak, adornan sus especialidades con oro o plata. El oro nunca pasa de moda y una gran idea sería expolvorear con oro nuestra mesa en estas navidades. Hazle una foto luego a la mesa y comprobarás la magia de este polivalente elemento.

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Toni Ferrando.