Azzedine Alaïa mucho más que moda

Azzedine Alaïa, que firma sus modelos simplemente con su apellido – Alaïa- está de actualidad estos días por el lanzamiento de la primera fragancia de la marca, un perfume que se llama Alaïa Paris y que nos va a servir de disculpa para hacer una pequeña revisión a la biografía del artista – Alaïa es mucho más que un simple diseñador de moda y el recorrido hasta llegar a su posición actual dentro del elitista mundo de la Alta Costura es alucinante – y a sus creaciones, que son mucho más que simples vestidos, aunque sean realmente sublimes y además no se limitan a la ropa de lujo; de hecho, el conjunto de las creaciones de Azzedine Alaïa están consideradas en Francia como un Tesoro Nacional.

 

Alaïa, que ahora tiene 75 años y sigue activísimo en el universo moda-diseño-arte, nació en Turquía en un entorno rural, hijo de granjeros, más alejado del glamour de la moda imposible. Podía haber sido pintor o –sobre todo- escultor (estudió escultura en la Escuela de Bellas Artes de Túnez), pero el gusto por la moda de su hermana gemela le llevó a trasladarse a París en los años 60 y entró como ayudante en la sastrería de Christian Dior, de la que pasó al taller de Guy Laroche y luego al de Thierry Mugler, hasta que se estableció por su cuenta en un pequeño atelier privado en la rue de Bellechasse, en el que vestía a aristócratas y artistas casi en secreto (algunos de los modelos más fotografiados de Ava Gardner, por ejemplo son de Alaïa).

 

No fue hasta los años 80 que Alaïa abrió su primera boutique “pública” por decirlo de alguna manera, y empezó a ganar visibilidad hasta el punto de que el subidón de Prada en los años 80 fue gracias a comprar aproximadamente un 50% de la producción de Alaïa. Pero al diseñador esto no le supuso ningún frenazo porque tiene talento para dar y tomar y su firma no se vio en absoluto mermada por haber vendido estos diseños.

 

El talento de Alaïa es, sin duda, escultórico, de hecho lo más obvio de sus diseños es la capacidad que tienen para modificar la figura femenina, estilizándola o potenciando determinados rasgos. Su primera colección jugaba con la figura redefiniéndola en cuero y con un marcado componente de sensualidad que se mantendrá a lo largo de toda su vida como diseñador. En la memoria colectiva está Grace Jones con aquel vestido de satén fucsia con amplia capucha que la hacía parecer una giganta, con el que apareció en todo tipo de revistas a mediados de los 80 o los más espectaculares modelos espectacularmente llevados por Naomi Campbell, quien por cierto fue iniciada en el mundo del modelaje por Alaïa cuando la top sólo tenía 16 años.

Alaïa ha acaparado también portadas porque su obra ha sido objeto de varias sumamente impactantes exposiciones, como ya comentamos antes, sus creaciones han sido declaradas como uno de los Tesoros Nacionales de Francia, por lo tanto, no es extraño que se organizaran no una, sino varias retrospectivas sobre el trabajo del diseñador que, por supuesto, tenían que estar a la altura del protagonista. El ciclo se inició en 2013, con una exhibición grandiosa en un entorno igualmente grandioso, el Palais Galliera, una exposición comisariaza por Olivier Saillard. Este verano, en julio se celebraba otra retrospectiva sobre Alaïa en en la Galleria del Palazzo Borghese de Roma, en la que se exhibieron 65 magníficos diseños que se presentaron al público en convivencia con pinturas y esculturas de grandes maestros, equiparándolas en grandeza a obras maestras de artistas de la talla, por ejemplo, de Caravaggio (el comisario de la muestra y selector de las piezas incluidas fue el curator Mark Wilson).

 

Las creaciones de Alaïa no se limitan a la alta costura, complementos espectaculares, como los sombreros que le confecciona artesanalmente siguiendo fielmente sus diseños, el sombrerero Stephen Jones; los zapatos, absolutamente increíbles y que sí que son auténticas esculturas; en los últimos años se ha ampliado a tecnología y gadgets, como relojes o móviles y ahora ya tiene lo que le faltaba: un perfume.

Un perfume, Alaïa Paris, con el que el diseñador se ha pasado años soñando hasta conseguir un perfumista que fuera capaz de interpretar sus sueños aromáticos. En sus propias palabras: “Soñé con ella como un arqueólogo sueña con antiguas esculturas que yacen en el fondo del mar durante miles de años, esculturas de cuerpos perfectos, sólo comparable a las mujeres de hoy en día – una belleza ideal y atemporal «. La perfumista que logró interpretar sus sueños es Marie Salamagne que ha descrito la fragancia como «el olor del agua fría que cae sobre tiza caliente.». No cabe duda de que es un perfume especial, atípico y atemporal, como todo lo que rodea a Alaïa. En su composición encontramos notas de salida inconcebibles, como aire de montaña y pimienta rosa; las Notas de Corazón son peonía, fresia y rosa y las Notas de Fondo son almizcle blanco, cuero y violeta.

Hasta su packagging es relevante: un frasco de oscuro vidrio opaco con el típico troquelado de las etiquetas de Alaïa y un tapón que emula una bobina de hilo de oro (creación del ingeniero industrial por Martin Szekely, conocido por sus piezas de mobiliario de autor) en una sencilla caja con lo colores más característicos de los diseños de la marca, el negro y el nude.

Alaïa París ya está en el mercado desde el pasado mes de septiembre y tiene todas las papeletas para ser uno de los perfumes estrella no sólo de esta temporada, sino en general de la historia del perfumismo.

By Sarah Beeby

Marga G.-Chas Ocaña

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