Una vajilla de oro puro

 

Desde la más remota antigüedad exhibir una vajilla de oro puro es señal de poder, distinción y de éxito económico. No hace falta recorrer la Historia para saber que todas las civilizaciones y en todas las épocas lucir este formidable metal resultaba solamente posible para las personas más dominantes de la sociedad. Se han encontrado yacimientos arqueológicos que  nos remontan a miles de años atrás y que demuestran que de siempre han existido orfebres muy refinados en el arte de trabajar el oro.

 

En España se guarda una vajilla completa de oro con decenas de accesorios muy bien trabajados que data de la Edad del Bronce, unos restos sólo superados por los hallados en Micenas (Grecia) de toda Europa. Se trata del Tesoro de Villena (+- 1.200 a. de C.), encontrado en 1963 a las afueras del centro urbano de esta ciudad alicantina. En la actualidad consta de 60 piezas todas de oro, excepto 3 de plata, 1 de hierro y un botón de oro y ámbar. Resulta hasta contradictorio que se le llame “Edad del Bronce” a esta época cuando se mira la exquisitez de este tesoro de casi 10 kgs de peso.

Pero refiero el Tesoro de Villena por una curiosidad: su encuentro fortuito en una obra de construcción lo dejó al descubierto y la mayoría de las piezas acabaron en viviendas particulares, como objetos de adorno e incluso de uso diario. Por un tiempo indeterminado, la población de Villena comió en vajilla de oro puro, como si se cumpliera algún tipo de maldición que se remontaba 3.500 años atrás en el tiempo. Sólo la intervención del arqueólogo local José María Soler García daría cuenta de la verdadera magnitud del descubrimiento. Se desconoce la cantidad exacta de piezas de que constaba lo enterrado (en la época se habló de casi 16 kgs.), pero los ciudadanos villenenses, uno a uno y en un acto sin precedentes, fueron reuniendo las piezas en el Ayuntamiento hasta configurar uno de los hallazgos más importantes de Europa, no sólo por su valor por ser oro, sino por el valor histórico y cultural que representa.

Vajillas de oro son famosas las de la realeza europea, las de mandatarios de leyenda, como Napoleón Bonaparte, de los zares de Rusia, además de las piezas expoliadas por los europeos en todos los océanos del planeta, pero no debemos olvidar los exóticos tesoros de Oriente Medio y Asia, donde se encuentran también desde épocas remotas las más bellas piezas labradas en oro de la India y China, por cantidad y calidad. Es uno de los campos más disfrutados por los coleccionistas e inversores.

En la actualidad hay varias marcas que elaboran vajillas de oro puro que suelen combinar con porcelana fina o cerámica. Los precios son elevados cuanta mayor proporción en oro encontremos en la pieza, pero también eleva su precio la belleza y trabajada artesanía. Los objetos que contengan oro jamás pierden su valor y de ahí que se convierta inmediatamente en un objeto de colección. Si adquirimos por piezas, podemos encontrar una tacita de café chapada en oro puro por unos 650 euros (con un baño simple), pero el precio depende de los factores anteriormente comentados (la proporción de metal y el arte o diseño de la pieza).

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Toni Ferrando.