Torrija, la delicatessen más internacional

antonio 19 abril, 2014

Durante las fiestas de Semana Santa, la gastronomía de las poblaciones donde se celebra, experimenta un aumento significativo de calorías, en parte por equilibrar la abstinencia de comer carne por algo más o menos equivalente, y en general, por enriquecer las ceremonias con dulces de todo tipo. Así que los propensos a engordar, en vez de perder kilos, como sería de esperar, entre una torrija, la delicatessen más internacional, dulces y licores, terminan con algo más de peso. Y es normal porque está todo tan rico, que lo raro sería abstenerse de tanto apetitoso bocado.

El título reza torrija, porque quizás es el dulce por antonomasia y más repetido, pues se elabora en toda España, gran parte de Europa y América, y simboliza la Cuaresma, a la gloriosa Semana Santa y la Pascua con los elementos culinarios más repetidos de la cristiandad (huevo, harina, azucar y aceite) y tiene un diseño particular, algo rústico. Tanto almuerzo, comida, merienda o cena, acompañados con leche o chocolates calientes, pueden servir como una comida completa o un postre potente, con gran cantidad de vitaminas, proteínas y azúcares. Todos los pueblos quieren revindicar su invención, pero no me caso con nadie, pues los ingredientes con que se componen son más antiguos que el propio cristianismo.

La torrija se elabora en España desde que aprendieron a fermentar el pan prácticamente, pues se debe sumergir una rebanada de pan duro en leche con azúcar, canela y corteza de limón, rebozarla en huevo batido (a veces sólo la yema) y freirla en aceite de oliva bien caliente. Una vez doradas ambas partes, se suele colocar encima de papel absorbente y espolvorear con más azúcar, canela y en algunas zonas miel, quedando un más que apetitoso dulce. Existen referencias escritas sobre torrijas (torrejas), ya en el siglo XV y en cada localidad tienen sus variantes, como puede ser añadir anís, moscatel, licor dulce o corteza de naranja, y las vegetarianas, más contemporáneas, que usan leche de soja y en vez de huevo, harina de garbanzos u de otras leguminosas o de soja. A pesar de que son típicas de Cuaresma y de Semana Santa, en regiones como la Comunidad de Cantabria son también típicas en Navidad.

La torrija más internacional está presente casi en los cinco continentes. Las variantes de la América Latina se elaboran en Argentina y Uruguay con la misma receta, pero cambiando la forma y resultando un bollo hecho de migas del pan casero. En Chile, Ecuador, México, Perú y Colombia se las llama “tostadas francesas”, quizás para diferenciarlas de otros tipos de “pan frito”. En Honduras y Venezuela también son muy consumidas durante todo el año, aunque han perdido su carácter de plato típico de Cuaresma. En El Salvador se llaman torrejas, tal y como las denominaban en España hace 500 años y es un platillo típico nacional. Se suele acompañar con una bebida caliente llamada chilate. En México se acompaña por la bebida magüey.

En Alemania, Austria, Suiza, Hungría, Francia y Portugal también elaboran torrijas casi del mismo modo, pero con algunos ingredientes locales incluidos. En el Reino Unido se las llama también “french toast” (rebanada francesa) y se pueden ver en muchos restaurantes de renombre y en los buenos hoteles en general, platillos delicatessen de torrijas, acompañando a las pastas y galletas, sobre todo a la hora del té, bajo los relucientes cubreplatos de plata.

Para que un dulce resulte apetitoso no debe ser a la fuerza nuevo, exótico y complicado de preparar. Las torrijas son casi tan viejas como el pan, pero todavía pueden lucir el título de delicatessen, porque están de vicio y nadie queda indiferente ante tanta explosión azucarada y de jugosidad. Además, son un magnífico tentempié para los nazarenos y penitentes de las procesiones, pues el desgaste es muy significativo. Para la “Nueva Cocina”, la torrija despierta toda la curiosidad, sobre todo al transformarlas en un plato salado, pero sus aplicaciones y combinaciones pueden ser infinitas.