St. Eriks, las patatas fritas más caras del mundo
Vienen de Suecia y son obra de la cervecera St. Eriks como un modo de colocar un aperitivo que estuviera a la altura de su exclusiva cerveza India Pale Ale. Lo cierto es que bien sea por su calidad o por su precio, estas patatas fritas están ahora en boca (no literal) de todo el mundo.
Y es que, si nos paramos a pensarlo, ¿quién puede rechazar una rica patata frita entrando el verano al tiempo que degusta una estupenda cerveza artesana en una terraza? Lo cierto es que la idea de los cerveceros tiene una cierta lógica, aunque quizás con el precio se hayan pasado. Nada menos que 55 euros la dosis y estamos hablando de ¡cinco rodajas de patata frita!
Para hacerse una idea de lo que uno se trae entre manos cuando se dispone a consumir esta exquisitez, tan solo hay que prestar atención a su envase. Aquí no queda lugar para la típica bolsa de plástico en la que el aire predomina muy por encima de su pretendido contenido. Estos chips aparecen alojados en un lujoso estuche que ya nos da una idea de por donde se mueve su escandaloso precio.
Las patatas que forman parte del contenido de la deslumbrante caja han sido elaboradas con el excelente Crown Dill escogido meticulosamente a mano en plena naturaleza de la península de Bjäre, cebolla Leksand, algas de trufa de las Islas Feroe y una seta que se conoce como Matsutake. Todo ello aderezada con un sutil toque de la propia cerveza Pale Ale de St. Eriks para dotarlo de ese sabor dulce tan característico que siempre la acompaña.
Hay que reconocer que los tubérculos en sí ya son de una categoría considerable. Estas populares patatas de Ammarnäs han sido cultivadas y recolectadas a mano en las escarpadas laderas de una región montañosa que se encuentra alejada de las urbes y que es ideal para su crecimiento, ya que le imprime unas saludables propiedades nutricionales, además de potenciar de forma positiva su sabor.
Pero es en este lugar donde comienza a forjarse su leyenda y su precio. La productividad de este selecto manjar está limitada a lo que suponen tan solo 100 unidades de estas cajas, lo que eleva su valor hasta convertirlo más en una extravagancia que en un lujo. Encerrar en una caja cinco delicadas patatas fritas para sacarlas al mercado a un precio de 55 euros lo hace más que evidente.
Eso sí, acompañando al elegante estuche se expende un formal documento de autenticidad que, por si aún pareciera poca cosa, se acompaña de un par de petulantes pinzas para que el afortunado que vaya a degustar semejante vianda no vea sus dedos impregnados por ningún rastro de comida, si es así como desea consumirlas. Con todo, es justo decir que los beneficios obtenidos con estas cajas de patatas son destinados a la caridad.
A la altura de las Bonnotte
Esta claro que estos delicados tubérculos no son un acompañamiento para desperdiciar con cualquier cerveza y nos hacen recordar a las Bonnotte que se cosechan en la isla francesa de Noirmoutier y que se llegan a pagar hasta a 500 euros el kilo, lo que las convierte en las patatas más caras del planeta.
Al igual que con las anteriores, su lugar de origen es el que a todas luces marca su valor en el mercado. En este caso se producen en el noroeste de Francia, una región ubicada en medio del Golfo de Vizcaya y que también requiere de ser cultivada a mano.
Su producción tiene lugar en suelos muy arenosos que a la vez están enriquecidos por algas marinas. Un aspecto determinante en su crecimiento son también las singulares condiciones climáticas que presenta la isla.
Pero uno de los detalles que caracteriza a este singular tubérculo es la breve duración de su conserva, apenas diez días, lo que sumado a su excelente calidad dispara su precio entre los paladares más caprichosos.
Tanto es así que su venta se realiza de un modo muy singular para un producto de este tipo. Esta operación se lleva a cabo por medio de una sociedad constituida por dos conocidas firmas. La primera de ellas es una casa de subastas de arte parisina que se llama Drouot y la otra es Petrossian, una prestigiosa productora de caviar.
En fin, en estos tiempos de excesos, incluso las patatas parecen estar adquiriendo un protagonismo que muy pocos podrían haber sospechado.