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Coleccionismo

L’Oliseur es el juguete mecánico más caro del mundo


Llamarlo juguete no es muy exacto. L’Oliseur (El Flautista), conocido en inglés como The Bird Trainer (El entrenador de pájaros) Es un excepcional robot-joya, único en su especie, que tiene la particularidad de no utilizar ni motores ni pilas para moverse. Lo cnsigue gracias a un complicadísimo diseño de maquinaria, más propio de un reloj suizo que de un muñeco.


De hecho, L´Oliseur está inspirado en las figuras humanas de los relojes catedralicios, los llamados Jacquemarts (como el reloj de la catedral de San Marcos en Venecia o el reloj astronómico de Estrasburgo), mezclado con la capacidad para realizar acciones mecánicas de los primeros androides.


El Flautista es la creación más sofisticada del taller suizo de Christian Bailly, un experto en dar vida a muñecos autómatas. Bailly ha creado muñecos autómatas para su uso en el cine y en espectáculos, dos de sus más reconocidos clientes son el director Steven Spielberg y el popular mago David Copperfield.

DCF 1.0

Bailly se emocionó tanto con este “juguete” que el presupuesto se le fue de las manos. De hecho tuvo que vender parte de su colección privada de muñecos mecánicos del siglo XIX para poder costear su finalización. La razón es que, lo que empezó por ser un muñeco caro y complicado acabó convirtiéndose en una complicadísima escena en movimiento.

Todos los elementos de L’Oliseur están elaborados con materiales de primerísima calidad y de forma completamente artesanal. Para su manufactura, doce expertos artesanos invirtieron más de 15.000 horas de trabajo, pero consiguieron acabar el muñeco según los preceptos del maestro Jacob Frisard, el más famoso fabricante de juguetes mecánicos de finales del siglo XVIII. En su fabricación intervinieron maestros joyeros, modistos, peluqueros, escultores, relojeros, etc. No es de extrañar que su precio aproximado sea de 6 millones de euros.


Para comprender la dificultad que entraña L’Oliseur, es necesario describirlo al detalle. Hablamos de un gran muñeco, que supera 1,20 de altura. Se encuentra de pie sobre un pedestal de nácar y jade. Dos pajarillos descansan, uno sobre su hombro, otro en una de las manos, mientras que en la otra, porta una flauta.


El muñeco está recubierto de piel de porcelana, sus ojos son de cristal y se mueven, lleva una peluca con rizos naturales y un atuendo de estilo renacentista de seda, raso y terciopelo, bordado con hilo de oro. Para su construcción se necesitaron alrededor de 2.350 piezas que permitieran movimientos asombrosos.


L’Oliseur es mecánico, por lo que hay que darle cuerda para que funcione. Su primer movimiento es llevarse la flauta a la boca y comenzar a tocar la «Marche des Rois» de Georges Bizet, toca moviendo los dedos y sus ojos se vuelven expresivos. Al ritmo de la marcha, los dos pajarillos (cada uno de los cuales está compuesto de 62 piezas móviles) abren y cierran sus picos, cantando la melodía, mueven la cabeza y aletean.


El muñeco mecánico L’Oliseur se presentó al público en el más importante salón del mundo de Alta Relojería y Joyería, el Baselworld de Suiza y su éxito fue tal, que Bailly recibió la petición de realizar una exposición itinerante para exhibir sus creaciones mecánicas. Con este motivo, algunos de los muñecos más significativos de Bailly han abandonado durante un tiempo, la placidez del taller de BaillySainte-Croix, en Suiza, para viajar hasta China y Hong Kong.


Además de L’Oliseur, en la exposición se han incluido piezas como las versiones de famosos del clásico“Writing Pierrot”, un pierrot escritor que, sentado frente a su escritorio, enciende una lamparita y se pone a trabajar en sus escritos. Cuando la lámpara se apaga se queda en reposo.


Otra de las piezas es un autómata llamado “An Acrobat Clown”, Un Payaso Acróbata de 90 centímetros que realiza sus acrobacias sobre dos sillas, levantándolas sucesivamente.


Además de crear sus propios autómatas, Christian Bailly es el mayor experto del mundo en reparación de juguetes mecánicos antiguos y realiza reparaciones para museos y coleccionistas privados. Trabaja por encargo y crea muñecos a la carta, elaborados con el mismo sistema artesanal que se utilizaba en el siglo XVIII. Sus trabajos son minuciosos al máximo, tanto por dentro -maquinaria precisa con piezas hechas y ensambladas a mano- como por fuera, utilizando únicamente materiales de primera calidad.

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