A la conquista del Everest o el montañismo de lujo
Hace tan solo unos días nos despertábamos con la insólita imagen de una interminable cola de montañeros dedicados a la tarea de hacer cumbre en la montaña más alta del planeta. El panorama que nos mostraban encajaba más con el retorno de un fin de semana de puente a Madrid que con la conquista del Everest.
¿Qué es lo que esta sucediendo actualmente con ese espíritu aventurero y solitario con el que siempre se ha relacionado a este deporte? Es difícil saber con exactitud que inquietudes hay en la mente de cada una de las personas que se embarcan en una misión de tal magnitud y en la que sin duda se pone en riesgo la propia vida, pero da la sensación de que para algunos este objetivo tiene más que ver con una actividad de moda que con un sueño de montañero.
Lo cierto es que para afrontar un proyecto como este es infinitamente más importante la posibilidad de enfrentar las exigencias económicas que la capacidad física para conseguirlo. Bien sea a través de una expedición con patrocinadores o de cualquier otro modo, se requiere de un desembolso económico de unas dimensiones más que importantes.
Por llegar, uno ya se encuentra con la primera barrera. El gobierno de Nepal es el encargado de expender el permiso obligatorio que es necesario para realizar la tentativa. Esto se realiza en principio como un modo de control, pero en función de la época del año en la que se pretenda realizar la ascensión, la pertinente autorización va a oscilar entre los 2.500 y los 10.000 euros por persona.
La franja que ocupa los meses de abril y mayo, así como octubre, noviembre y la primera parte de diciembre, requieren de un desembolso mayor para la consecución de los correspondientes permisos. Tal y como señala el Departamento de Turismo nepalí, son las fechas en las que los días son relativamente largos en la montaña (unas siete horas de luz), pero en las que además se presentan menos precipitaciones y las temperaturas raramente descienden en la noche por debajo de los -7 grados.
Por su parte las fechas más baratas son las comprendidas entre la segunda parte de diciembre y enero, en las que se recogen vientos y las temperaturas nocturnas descienden por debajo de los -15 grados, así como los meses de verano, ya que en estos apenas se alcanzan las cuatro horas de luz diarias, lo que dificulta la ascensión.
En los meses de febrero y marzo el Parque Nacional permanece cerrado a las expediciones motivado por las nieves y las bajísimas temperaturas del monte.
A estos permisos hay que añadir otros 4.000 euros en concepto de tasa por basuras y 2.000 de un director de ruta y enlace. Una figura que pone el Departamento de Turismo y que verifica la ruta marcada hasta el campo base y el número de personas que componen la expedición.
Estos datos explican de algún modo ese incomprensible atasco para hacer cumbre que contemplábamos a finales de mayo y que en alguna medida fue también responsable de algunas de las 8 muertes que se produjeron durante esas jornadas. Hay que tener en cuenta que el miércoles 22 de mayo se batió un récord cuando 200 alpinistas hicieron cumbre en una sola jornada.
Los embotellamientos provocan retrasos en la ascensión que se tornan muy peligrosos. Por un lado, porque les puede alcanzar la noche, además de que el montañero depende de una botella de oxígeno. Por otro, por el agotamiento y porque ya se sabe de las funestas consecuencias del mal de altura cuando se prolonga el tiempo de permanencia a esa altitud.
Pero volviendo a la inversión económica, a los gastos en permisos hay que sumar los correspondientes a los vuelos, pernoctaciones y material, que en muchas ocasiones se disparan al tener que esperar en la montaña por las condiciones meteorológicas. Se estima que pueden llegar hasta los 10.000 euros.
A partir de aquí es cuando comienzan a marcarse las diferencias. La contratación de una agencia para el servicio de los correspondientes sherpas, campamentos, materiales de alta montaña, botellas de oxígeno, etcétera, como mínimo alcanzará el precio de 15.000 euros por persona.
Claro que, si el respaldo económico lo permite, hay agencias como Alpine Ascents International que por algo menos de 65.000 euros ofrece la alimentación necesaria, atención médica en el campo base, sherpas y porteadores para llegar a la montaña con todos los equipos, servicio de wifi, además de un entrenamiento previo.
Y aún hay más, una de las agencias más conocidas, Seven Summit Treks, a un precio de 120.000 euros por persona, suma a lo anterior un hotel de cinco estrellas en Katmandú, comida ilimitada en el campo base, carpas especiales con electricidad, calefacción, duchas de agua caliente, un fotógrafo que acompaña a la expedición y un helicóptero para desplazarse hasta los campamentos.
Otro tanto ofrece por 135.000 euros por cabeza la agencia RMI Expeditions, aunque lo hace con un servicio más especializado llevando solo grupos reducidos y un sherpa por cliente.
En fin, conquistar el Everest cuesta entre 35.000 y 135.000 euros. Pese a todo, nadie puede ignorar el peligro que implica esta aventura y por ello las agencias y el gobierno aconsejan de la necesidad de contratar siempre un seguro a todo riesgo.