Qué es y para qué sirve lo que nos depara el futuro tecnológicoInternet de las Cosas
Todo el mundo habla sobre el concepto “Internet of Things”, traducido literalmente “Internet de las Cosas”. Se habla sobre ello como algi que va a cambiar nuestro fututo, que va a revolucionar el mundo de la tecnología, etc. pero ¿Sabemos realmente qué es, qué significa y cuáles son las implicaciones en nuestra vida cotidiana?
“Internet of Things”, “Internet de las Cosas” o “IoT” no es algo tangible. Es una idea, un concepto, una pista de cuál es la tendencia hacia la que se orienta la innovación tecnológica. Un punto de enfoque hacia el que se dirigen los avances de investigación de multitud de empresas y un punto de inflexión que marca un antes y un después respecto a la forma en la que utilizamos la tecnología.
“Internet de las Cosas” es un esfuerzo conjunto para conseguir que suceda ése “gran algo” que todos esperan que pase y se fundamenta en dos aspectos de la tecnología: la comunicación entre dispositivos y nuestra interacción con ellos. Ambos aspectos confluyen en una única dirección, rodearnos de tecnología cada vez más inteligente y manejable.
No son conceptos nuevos, los estamos viviendo desde hace unos años y eso quiere decir que estamos en pleno proceso de transformación; simplemente, de momento la experiencia solo es accesible para una minoría. Estamos cambiando los dispositivos electrónicos que nos rodean por dispositivos inteligentes. El cambio no es radical, se hace realidad poco a poco, con la necesidad de renovación de los aparatos de los usuarios.
Es decir, si nos vemos en la necesidad -o simplemente porque queremos hacerlo- de renovar un móvil, una tele, una nevera, un aspirador, un aire acondicionado, un reproductor de música, un coche, un contador de luz o agua, etc., el aparato que nos van a ofrecer ya es un aparato inteligente.
Lo que significa este “inteligente” es que, además de cumplir su función básica, es capaz de recabar y analizar datos para mejorar la experiencia del usuario y adaptarse, cada vez más, a sus necesidades concretas. Los nuevos chips y sensores hacen esto posible. Gracias a ellos podemos programar un robot aspirador o pagar una compra enseñándole nuestra cara a una aplicación biométrica instalada en nuestro teléfono móvil.
Internet de las Cosas va aún más allá. Se ocupa de que toda esta información se pueda computerizar y centralizar para poder ser utilizada también por otros dispositivos que se comunican entre sí. Esta comunicación entre dispositivos se denomina M2M (Machine to Machine), tampoco es nueva y ya hace tiempo que muchos de nuestros aparatos se pueden comunicar entre ellos por wi-fi o por bluetooth.
Lo que sí es más reciente y nos muestran un nuevo nivel de implicaciones es la capacidad de centralizar toda esa información que es compartida por nuestros dispositivos conectados y la forma en la que nosotros accedemos y disponemos de ella.
Esto quiere decir que no tenemos necesidad de ir impartiendo órdenes aparato por aparato, si no que le daremos nuestras especificaciones a 1 único aparato que será el que programe, maneje y controle a todos los demás (sin querer se me ha venido a la cabeza el Señor de los Anillos: un anillo único para manejarlos a todos).
Internet de las Cosas ya ha conseguido que esto sea una realidad. No hay más que echar una mirada a cualquier fábrica, planta de tratamiento o de producción que es controlada por un ordenador central para ver que este futuro ya está aquí. Es más, no hay más que mirar a nuestro alrededor en nuestra casa y pensar en las bondades que la domótica puede traer a nuestro hogar al convertirlo en inteligente.
Entonces, ¿en qué forma sigue cambiando el mundo el Internet de las Cosas? La respuesta es clara: en la manera en la que nosotros nos comunicamos con nuestros aparatos. Hace pocos años, para poder comunicarnos con un dispositivo para darle órdenes teníamos, necesariamente, que interactuar con él directamente o hacerlo a través de un ordenador, colocado en un lujar fijo, enchufado a una red eléctrica y con conectividad reducida.
Ahora eso nos parece parte de un pasado remoto: podemos controlar todos nuestros dispositivos desde nuestro Smartphone o incluso desde nuestro reloj smartwatch; podemos ver lo que pasa en nuestro trabajo, en nuestra casa, mientras realizamos nuestras actividades favoritas gracias a las gafas de realidad virtual y realidad aumentada y lo otro, nos parece antediluviano, aunque aún esté a la vuelta de la esquina.