Brunch o no Brunch?

Si para Hamlet, la cuestión estaba entre el ser y el no ser, para los cosmopolitas modernos, la cuestión se ha trasladado al “brunch”, una moda estadounidense que ha llegado a Europa y a España para instalarse (como la celebración de Halloween) y que está haciendo furor en los mejores hoteles y restaurantes, como una opción de ocio dominguero o como una ocasión perfecta para cerrar negocios o tener primeras citas, pero ¿tenemos claro lo que es el brunch?

El término brunch es una combinación de breakfast (desayuno) y lunch (comida), puede ser una sustitución de cualquiera de los dos, y para nosotros es el café y pincho de media mañana de toda la vida, aunque elevado unas cuantas potencias, más por la pompa, el entorno y por la importancia que se le da que por el hecho en sí.

 

Parece que asociamos el brunch con un mundo de exclusividad gastronómica y escenarios de ensueño y aunque eso es, sin duda, lo ideal, no es absolutamente necesario. En realidad, un brunch es lo que entendemos por un almuerzo clásico, es decir una comida completa entre las 11 y las 16 horas que puede ser tanto un desayuno tardío como una comida de mediodía, pero que ha sido un filón para chefs, de restaurantes y –sobre todo- hoteles, que se han especializado en menús específicos para brunch, incluidos bien surtidos buffets.

 

En Madrid, por ejemplo, estuvo muy de moda –a finales de los años 80 y en los 90- el desayuno de los domingos en Ritz, que ofrecía un exquisito buffet hasta bien entrada la mañana; sobre todo en verano, porque se servía en la terraza. En los tiempos de la “movida” estaba plagado de artistas, músicos y demás modernos populares, que se juntaban para el desayuno antes de finalizar la noche del sábado al salir de Amnesia. Hoy en día y con el horario ligeramente ampliado, ese mismo buffet se ha reconvertido a uno de los mejores brunches dominicales de la capital, con recetas de todo tipo, nacionales e internacionales, desde tortilla de patatas a sushi, incluidos quesos y postres y un buffet especial para niños. Otros brunch madrileños memorables son los del Café Oliver, el Jardín del Intercontinental, Iroco, La Rotonda del Hotel Palace o el del Belvedere Winter Lounge del Olsen.

Barcelona tampoco se escapa de la influencia del brunch y hay un buen número de locales céntricos, súper trendys que ofrecen brunchs de todo tipo con platos nacionales, internacionales, especialidades y pastelería y dulces, como el Dos Trece, el Federal Café, Meatpacking Bistro o el Picnic, cuyos huevos Benedict han sido milagrosos para recuperar unas cuantas resacas de la fiebre del sábado noche.

Todas las capitales europeas han incorporado el brunch a sus costumbres y hay algunos locales que han trascendido internacionalmente precisamente por esta especialidad, como el Zerodue de Milán o La Fiancée de Tolouse. Aún así, aún nos falta un poquito para que sea tan popular como en Estados Unidos, que es algo mucho más cotidiano y asociado al entorno laboral.

El brunch ya ha evolucionado dando lugar a nuevas modas, como el “sprunch” (spa + brunch) o el “drunch” (drink + brunch = tomar algo y de paso picar). Si pasas por Barcelona te recomendamos los del Hotel Arts, cualquiera de ellos son geniales.

Marga G.-Chas Ocaña

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