Los relojes Junghans como piezas de coleccionismo

Existen marcas de relojes cuyas creaciones son verdaderas obras de arte, sea por su tecnología, antigüedad, por sus lujosos adornos o por la exclusividad de algún modelo en particular. Eso ocurre con una fábrica relojera alemana, pues se consideran los relojes Junghans como piezas de coleccionismo, esta vez por una mezcla de todos estos requisitos, ya que desde 1861 lleva sorprendiendo al mundo con sus magníficas piezas de medir el tiempo.

Junghans comenzó su andadura fabricando relojes de bolsillo, pared y sobremesa, para más tarde, a partir de 1927, fabricar de pulsera. La empresa está situada en  Schramberg, Baden-Württemberg, al suroeste de Alemania, casi en la frontera, lugar donde se fundó y allí continúa su producción. Su fundador fue Erhard Junghans junto a su cuñado Tobler, pero quedaría la marca como Junghans tras quedarse como único propietario el primero. Si se posee un reloj acreditado como “Junghans und Tobler” y funciona con su mecanismo original, se tiene un pequeño tesoro.

La producción de la Junghans ha sido siempre bastante prolífica, incluyendo el periodo de las dos guerras mundiales y podemos encontrar modelos de fin del siglo XIX en numerosos museos de Europa y América. Pero un reloj de esta época que funcione perfectamente, sigue siendo una pieza de gran valor. En Nueva York, por ejemplo, podemos encontrar anticuarios que ofrecen carillones Junghans a 25.000 dólares y piezas más exclusivas o personalizadas, sobre todo de bolsillo, que se venden en las más importantes casas de subastas de ambos continentes, a precios elevadísimos.

El verdadero estímulo que impulsaría a Junghans a ser famoso en toda Europa sería la incorporación en la década de 1950, del genial diseñador y relojero suizo Max Bill. Sus relojes de pared, por ejemplo, revolucionaron por su diseño y su tendencia pasaría a los demás objetos cotidianos de la casa. Uno de ellos, el creado en 1956 se exhibe en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, como un objeto que marcó una nueva tendencia en el diseño y arte en general. En la década de los 1960, sus relojes de pulsera serían imitados por todas las marcas. Así que tenemos piezas no tan antiguas que también suponen verdaderas joyas de colección y que salen a subasta muy a menudo.

Esta empresa de Alemania sería pionera de la “era digital” para la relojería a comienzos de los años 1970. Se “asoció” con la marca japonesa Seiko, en tema de investigación, y desde entonces ha lanzado uno de los primeros relojes digitales de sobremesa con alarma a mediados de esa década y en fechas más recientes, en la década de los 1990, lanzó el primer reloj de pulsera radiocontrolado, tanto digital como analógico, el MEGA 1, también un reloj a energía solar con carcasa cerámica en fecha más reciente, además de un innovador reloj de pulsera dotado de orientación global, pues se ajusta automáticamente a cualquier franja horaria.

Así que tenemos una marca que nos ofrece un reloj que supone “coleccionar” por el mero hecho de adquirirlo. Eso si, hay que cuidarlo para que siempre esté en buenas condiciones. Ser “el primero” en algo siempre se ha valorado por el mérito y por el riesgo que le corresponde.

[gallery ids=»2935,2936,2937,2938,2939,2940,2941,2942″]

 

Toni Ferrando.