La eterna Fiebre del Oro
Por él se han cometido latrocinios y asesinatos, por su posesión se han movilizado ejércitos enteros y ha sido objeto del deseo y fuente de codicia desde tiempos inmemorables; el Oro ha sido, es y seguirá siendo una fuente inagotable de poder, riqueza, belleza y símbolo de status.
El oro es un material asombroso con unas características únicas en la naturaleza, un metal blando, muy dúctil y maleable, lo que lo convierte en un material muy versátil para trabajar con él, a pesar de lo cual es muy resistente, pesado, denso y con color y brillo espectaculares, característicos y muy resistentes al envejecimiento y el deterioro. Todo ello lo ha convertido desde la Antigüedad en un metal muy preciado y valioso y se ha utilizado como material de intercambio, como soporte para acuñar tanto monedas además de objetos decorativos y votivos y como patrón monetario universal desde tiempos inmemoriales.
Desde el oro de los Incas hasta el oro de Moscú, este metal simboliza riqueza y está considerado como un tesoro en casi todas las culturas y civilizaciones a través de los siglos; una quimera perseguida tanto por sabios como por locos. Fue objeto de estudio por alquimistas que buscaban convertir metales inferiores -como el plomo- en el preciado metal dorado. Estos alquimistas y otros investigadores de ciencias variadas fueron considerados heréticos por la iglesia, la misma que utilizó ése mismo oro ansiado para recubrir altares, palios, catedrales y capillas.
La búsqueda del oro motivó viajes, exploraciones, incursiones y colonizaciones por todo el planeta de oriente a occidente y de norte a sur y se convirtió en leyenda de oscuras civilizaciones remotas, tesoro de buques hundidos, de expediciones desaparecidas y acicate de piratería en los siete mares. El oro conquistó países, forjó reyes y creó ejércitos que lucharon contra ésos mismos reyes que había creado y, con el paso del tiempo, su papel, no sólo no se perdió, si no que su valor se expandió a nuevos campos, desde la odontología o cosmética a la artesanía.
Si la realeza está simbolizada por una corona, el oro es el símbolo del poder de ésa corona. Las joyas de la realeza son auténticos escaparates de su poder y si en algo coinciden todas a lo largo de la historia, es en el uso del oro como material precioso, como aglutinante de riqueza y luz en forma de gemas y piedras. El oro ha simbolizado pureza, ha simbolizado valor, vanidad y en heráldica, poder económico; en la época de los cruzados estaba presente en escudos y armaduras, hoy en día en las medallas y trofeos que se conceden a los primeros puestos en competiciones de todo tipo.
Pero con los avances de la ciencia y la tecnología, el oro ha pasado a tener aplicaciones muchísimo más pragmáticas y –para muchos- igual de simbólicas. Aproximadamente un 10% de las extracciones anuales de oro está destinado a usos industriales, como súper cableados, conductores o detectores. Características como maleabilidad, durabilidad y densidad, además de sus capacidades reflectante, refractaria, conductiva lo hacen único para la fabricación de importantes componentes y si a esto le sumamos que es un material inoxidable y prácticamente indestructible, entendemos como el oro es cada vez más preciado en industrias como la electrónica (en componentes de ordenador), las comunicaciones (cableado y conectores), aviación (piezas clave en aviones como el Concorde, refractario del calor de de motores a reacción) e incluso los viajes espaciales (revestimiento anti-radiación de naves espaciales) y por no desperdiciar oro se ha avanzado enormemente en el reciclado de aparatos electrónicos.
Hasta ahora, científicamente probada la imposibilidad de convertir cualquier otro metal en oro, y casi resignados a que la producción mundial podría llegar a agotarse, un descubrimiento genético abre un nuevo horizonte: Un equipo de científicos de la Universidad de Illinois, en Estados Unidos, ha realizado exitosos experimentos que constatan que las nanopartículas de oro están formadas por una cadena de ADN similar a la del resto de los organismos vivos y que, al igual que las estructuras que conforman las síntesis proteínicas, podrá llegar a ser reproducida, lo que abre todo un mundo de incógnitas económicas y éticas sobre el posible futuro valor de tan preciado metal.
Mientras esto sucede, otros científicos nortemericanos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) han desarrollado un proyecto que permitiría crear un combustible sustitutivo del petróleo, de forma sostenible y rentable gracias al oro. Esto sería posible transformando en metano el dióxido de carbono de la atmósfera, algo que se lleva intentando desde hace algún tiempo y que ahora podría llegar a ser una realidad gracias a un catalizador fabricado con una aleación de oro y cobre.
Así que, por lo que parece, el oro va a seguir teniendo un papel fundamental en nuestro futuro, tanto en el sector industrial y tecnológico como en el personal, ya que las partículas de oro tienen propiedades casi místicas que van, desde la prolongación de la juventud al tratamiento de enfermedades.
Marga G.-Chas Ocaña
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