El placer del jacuzzi
Tras un largo día de trabajo, no hay nada como el placer del jacuzzi, disfrutar de su masaje tonificante y relajarse por completo. Es también un magnífico elemento para despertarnos el apetito y darnos un homenaje en la comida o en la cena. Mejor acompañados que solos, pero eso es algo que depende de cada uno y su momento. Lo que está claro es que si se quiere cierto estilo de vida, no se puede prescindir de sus burbujeantes sensaciones.
Cuando estuve leyendo sobre los orígenes del famoso jacuzzi, reconozco mi total ignorancia, pues yo le daba un origen oriental, hasta lo imaginaba de Japón, e incluso lo suponía “descendiente” de algún artilugio del siglo XVII y que en épocas más recientes fuera importado a Occidente. Pero no, el invento resulta ser de 1956 y lleva el nombre de su inventor, que no es otro que un emigrante italiano, afincado en EE.UU., llamado Candido Jacuzzi.
La familia Jacuzzi estaba constituida por una numerosa prole y siete de los hermanos fundarían en 1917 una empresa para construir piezas para aviones, para pasar más tarde a especializarse en bombas hidráulicas para uso agrícola. Todo ello en EE.UU. Sería uno de ellos, Candido, al que se le ocurrió instalar una de estas bombas para que produjese chorros burbujeantes en una bañera. Había inventado la bañera de hidromasaje. La adaptación le valdría para el tratamiento terapéutico para uno de sus hijos, que sufría artritis reumatoide, convirtiéndose en un remedio muy eficaz.
Pero todavía el invento de Candido era bastante rústico como para transformarlo en un producto digno de un superventas. Sería Roy Jacuzzi, en 1968, el que se percató de su potencial como artículo comercial y dándole un diseño y tamaño adecuados, comenzaría a fabricar los jacuzzi tal y como lo conocemos ahora. Hoy en día Jacuzzi es una multinacional italiana de renombre, muy unida al lujo y al glamour, y su sede está en California.
El lema actual de la empresa es: “Jacuzzi: Water that moves you” (Jacuzzi: El agua que te mueve) y sirven desde los modelos más sencillos y adaptables a los lugares más comprometidos, hasta bañeras sofisticadas para que las disfruten muchas personas a la vez y casi del tamaño de piscinas medianas. Octogonales, pentagonales, cabinas, redondas, rectangulares, etc. Prácticamente se adaptan a todos los espacios disponibles. Ahora está muy de moda situarlos en una esquina de la piscina: así te das unos largos y te relajas luego en un baño burbujeante.
Todo crucero, yate, hotel de lujo, Resort o importante instalación deportiva incluye en letras grandes la posibilidad de disfrutarlo, y el motivo es bien sencillo: está más que demostrado que su masaje continuado sobre nuestro organismo, produce beneficios en nuestra corriente sanguínea, relaja los músculos, masajea sobre zonas lesionadas o debilitadas, reduciendo el tiempo para la curación, y algo también muy importante, combate el estrés de manera muy eficaz, dejando nuestra mente liberada de preocupaciones (aunque sólo sea por el espacio que dura la sesión).
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Toni Ferrando.